
Decidí ir a Eus y, sin saberlo, me disponía a realizar un viaje al pasado. Para alguien que ama la fotografía, como es mi caso, se puede considerar como algo brutal
Eus, es ese pueblo en el sur de Francia que aún desde la carretera ya comienza a ejercer su increible atracción. En la lejanía aparece plasmada su belleza, como la mejor obra realizada por algún pintor en el apogeo de su arte: una iglesia que sobresale orgullosa por encima de una multitud de casas como intentando proteger a todos los habitantes
El lugar se sitúa en los Pirineos Orientales, una cordillera de montañas que tiene el punto culminante en el Canigó, el impresionante macizo al que los catalanes llaman " la montaña sagrada". Eus lo tiene justo en frente y tengo que reconocer que la comunión es perfecta, casi mística

Cuando comencé a caminar por el pueblo sentí como si el tiempo se hubiera detenido, lo único real era aquellas calles estrechas en perpetua subida y las casas que se mostraban ante mis ojos con sus jardineras llenas de flores de colores vivos y algún que otro gato que caminaba tranquilamente , sin miedo. Calles y viviendas son hechas en piedra

Por mi trabajo como fotógrafa todo mi entorno era una hermosa musa que ofrecia lo mejor, nada era " un simple detalle". Todo era espléndido e importante. Me resultó una maravilla el perderme por ese pueblecito diminuto e interesante a la vez.

Calles escalonadas que mientras se suben se tiene la oportunidad de ir descubriendo cada vez más cerca las montañas que arropan la zona. El aire puro acaricia sin pedir permiso, dejando una agradable sensación

Eus, es uno de eso encuentros que se vive como una experiencia inolvidable. Una maravilla que marca en toda discreción